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APRO XIM ACIÓN CONCEPTU AL AL TÉRMINO CONFLICTO
El problema del conflicto ha sido abordado desde múltiples disciplinas y ciencias; sin embargo, es preciso
aproximarnos conceptualmente mediante las siguientes definiciones:
“El conflicto es el proceso cognitivo-emocional en el que dos individuos perciben metas incompatibles dentro
de su relación de interdependencia y el deseo de resolver sus diferencias de poder” (Redorta, 2007: 31).
“Conflicto es la oposición entre grupos e individuos por la posesión de bienes escasos o la realización de
valores mutuamente incompatibles” (Fisas, 1987: 166)
Desde estas concepciones, cabe destacar como eje principal del conflicto la dimensión interpersonal, al considerar
la implicación de dos o más individuos que mantienen diferencias ante alguna situación. Analizar el
conflicto es analizar relaciones no pacíficas, si bien hay algunas posturas que señalan que la vertiente más
positiva del conflicto es que permite el cambio social.
La explicación del conflicto difiere según se aborden distintas perspectivas; así, Freud lo interpreta como
una lucha por el poder; para Darwin consiste en la lucha por existir y por consiguiente, el énfasis reside en
los procesos de adaptación; Marx se centra en la lucha por la igualdad, de manera que son los procesos de
comparación social los que adquieren protagonismo, y Piaget entiende el conflicto como una lucha por ser,
ocupando un lugar relevante la resolución de problemas y el aprendizaje.
Son diversas las aportaciones realizadas por especialistas para explicar y entender el fenómeno del conflicto,
y en este sentido, Fisher sostiene que entre los elementos de una situación de conflicto hay que destacar
los intereses que subyacen ante dicho conflicto, las opciones de las que disponemos para satisfacerlos, la
legitimidad de que se produzca el conflicto, la relación entre las partes, el tipo de comunicación que existe
entre las partes, los compromisos potenciales y las alternativas a la solución negociada. Además, cuando se
origina una conflicto hay que considerar la predisposición que tiene el individuo para provocarlo, el grado de
dominio de estrategias de afrontamiento del conflicto, cómo funcionan en dicho individuo los procesos atributivos
e interpretativos de información, los estilos de comunicación y de competencia, el mecanismo que
utiliza cada persona para formar impresiones, los procesos que intervienen en la construcción de la identidad
y las teorías sobre la violencia. De este modo, puede originarse, por ejemplo, un conflicto entre una separación
matrimonial por mantener la custodia de los hijos. Las posibilidades de resolver dicho conflicto van a
depender básicamente de cómo es capaz cada una de las partes de afrontar el conflicto, entrando así en juego
la empatía y las emociones que provoca dicha situación; la información recibida y la buena interpretación de
la misma, donde destacamos los sesgos perceptivos o las tendencias a equivocarnos cuando interpretamos
incorrectamente las situaciones, el grado de dominio que se posee sobre habilidades en la comunicación y el
nivel de respuesta mediante la aplicación o no de conductas violentas.
TEOR ÍAS Y ELEMENTOS ESTRUCTUR ALES DEL CONFLICTO
El estudio del conflicto se ha realizado desde distintas teorías, todas ellas interesantes en las aportaciones
que realizan al mismo. De este modo, nos encontramos con aquellas que explican desde la biología el origen
de las situaciones conflictivas porque lo conciben como un fenómeno instintivo y natural; y por esta razón,
la supervivencia procede de la lucha y de la fuerza, interpretando que cualquier proceso de paz lo que hace
es frenar los impulsos destructivos. Desde esta escuela, una posible respuesta al conflicto es la conducta violenta,
que evidentemente enmarcada en contenidos biológicos carecería sentido y sólo adquiriría significado
como un elemento puramente aprendido.
Otra aportación interesante es la que sostiene la escuela psico-sociológica, al comprender que la respuesta al
conflicto, mediante una conducta agresiva y violenta, es fruto del aprendizaje. En ella se integran las teorías
de la frustración, que afirman que detrás de toda conducta violenta hay una persona frustrada; sin embargo,
el elemento débil de dicha teoría es la supresión del componente de cambio social y por lo tanto, la eliminación
de cualquier explicación sociológica. Dentro de la escuela psico-sociológica introduciríamos todo lo
relativo a la percepción y a los estereotipos; pues desde estos elementos, el conflicto es explicado por el modo
de manejar la información o por sesgos perceptivos, es decir, por la interpretación errónea o sesgada de la
información. Toda persona utiliza procesos y mecanismos para conocer a los semejantes y a sí mismos, de tal
modo que los procesos psicosociales de percepción y cognición social están presentes junto con los estereotipos
o evaluaciones negativas que se realizan de una situación y que pueden activar el arousal emocional y en
consecuencia, las emociones negativas. Además, dentro de la escuela psico-sociológica tenemos que consi
derar las técnicas de simulación porque ayudan a comprender situaciones, analizando el comportamiento de
las partes implicadas y la teoría de la negociación, desde la que el conflicto es perfectamente negociable.
La tercera y última teoría es la escuela estructuralista, que entiende que los conflictos proceden de la estructura
social. Evidentemente todas ellas aportan aspectos relevantes para aproximarnos a un mayor conocimiento
del conflicto, pero nuestro interés se va a centrar en la escuela psico-sociológica y en las diversas
respuestas desde ella al problema del conflicto. En cualquier caso, las diferentes teorías comparten que en
todo conflicto deben tenerse presente los siguientes aspectos estructurales: las metas, es decir, saber cuáles
son los fines que pretenden alcanzar las diferentes partes, y por ello hay que considerar que los objetivos
incompatibles afectarán a las consecuencias o resolución del conflicto de un modo más o menos pacífico;
el contexto o lugar en que se produce el conflicto también lo determinará sustancialmente; las partes o individuos
que intervienen en el conflicto, es decir, saber el número de partes y los componentes de cada una
de ellas; las relaciones de poder de las que dependen los recursos que se usen e el conflicto; el patrón o tipo
al que pertenece el conflicto; las expectativas, ya que cada parte del conflicto realizará una evaluación del
mismo en consonancia al nivel de expectativas mantenidas; los ejes del conflicto constituidos por inclusión,
control y afectividad; así, se valora si el conflicto de desarrolla dentro o fuera del grupo, con qué nivel de
control o poder y con qué grado de cercanía; la vivencia o percepciones que se ven afectadas por el conflicto
y que pueden estar sesgadas por su amplia fuerza subjetiva; el desencadenante o hecho que provoca el conflicto;
el ciclo o evolución del conflicto; los métodos o estrategias utilizadas; normas o conductas, fruto de un
consenso, que regula el conflicto; estilos de disputa; consecuencias y complejidad del conflicto.
CICLO DEL CONFLICTO
El conflicto es un proceso que contempla diferentes fases, pero que en su desarrollo también tiene presente
el sentido cíclico; por eso, en todo conflicto se produce una dinámica de interacción de partes que progresa
a medida que los grupos oprimidos tienen conciencia de los conflictos e intereses.
Como ya hemos afirmado, se trata de un mecanismo de funcionamiento cíclico formado por tres fases: escalada,
estancamiento y desescalada. En la fase de la escalada se alcanza el momento álgido del conflicto,
el estancamiento sucede cuando el conflicto se estabiliza, y por último, la desescalada, etapa en la que el
conflicto se reduce paulatinamente. En dichas fases hay que afirmar que la escalada se incrementa en la medida
en que intervengan los procesos perceptivos o de manejo de la información y la escalada irracional del
conflicto. Es en este primer momento cuando el individuo puede, desde un sólo conflicto, ampliar los problemas,
desplazar los problemas hacia las personas, incrementar la competitividad e implicar a otros individuos.
Posteriormente, se llega a la etapa de estancamiento porque ya ambas partes deciden que no desean competir,
sino cooperar; de tal modo, que al estar los sujetos en una relación de poder bastante equitativa valoran que
carece de sentido continuar actuando desde la competencia, posiblemente porque carecen de estrategias o
recursos, porque ya no poseen tácticas competitivas, porque son más los costes que los beneficios o porque
se ha eliminado el soporte social. En cualquier caso, el estancamiento no siempre da lugar a la última fase
conocida como desescalada; pues el conflicto puede frenarse y repentinamente activarse hacia la escalada.
En la desescalada ya se han alcanzado objetivos comunes y se ha incrementado la interacción entre las
partes. Desde el análisis del conflicto según las etapas se pueden estudiar el grado de valor mismo según la
madurez de éste; de esta manera, un conflicto tendrá un mayor nivel de madurez cuando se trabaje hacia la
cooperación y equidad entre las partes.
Cuando se intenta esclarecer la estructura del conflicto son varios los autores que entran en discusión al
respecto, pero sí que parece relevante considerar tres aspectos básicos del mismo: la situación en la que se
produce el conflicto, es decir, tener información sobre lo que ha sucedido, conocer el tipo de relaciones que se
establece entre las personas o elementos que protagonizan el conflicto, los valores que están presentes y los
recursos con los que se dispone para afrontarlos. El segundo elemento son las actitudes o la predisposición
que tiene el sujeto a la acción, de tal modo que entran en juego los componentes cognitivos y emotivos, es
decir, las imágenes que evoca la persona antes la situación de conflicto, así como la evaluación que se realiza
del mismo. Y por último, lo más importante y visible es la conducta o comportamiento que manifiestan las
partes, consecuencia de la situación y de las actitudes de los individuos implicados.
ANÁLISIS DE SITU ACIONES CONFLICTI VAS ACTU ALES
Son innumerables las situaciones de conflicto actual presentes en nuestra sociedad que lamentablemente se
resuelven por medios violentos o no pacíficos; por esta razón, nos centraremos en dos contextos realmente
importantes: conflictos de género y conflictos interculturales. Ambos suponen un reto para todos, ya que han
sido y son estudiados por profesionales y teóricos de todos los ámbitos.
Los conflictos de género que se producen en nuestra sociedad son signo de un ambiente familiar que predispone
al entorno familiar hacia el ejercicio de la fuerza y del poder. Es entonces cómo la estructura social del
poder masculino adopta protagonismo, de tal manera que la mayoría de conflictos de género resueltos por
medios violentos son ejecutados por hombres y no por mujeres. El desafío, por lo tanto, comienza en el propio
hogar, en la propia familia, desde la se deben garantizar la implantación de valores como la aceptación, la
seguridad y sobre todo, la igualdad. Estas medidas implican un cambio social relevante que tenga en cuenta a
la mujer, si bien es el propio marco legal, social y político quien debe de adoptar las medidas adecuadas para
penalizar la solución de conflictos de género por medios violentos.
Por otra parte, no podemos obviar que los movimientos migratorios están generando cierto conflicto en muchos
países que tienen que acoger al extranjero y velar porque éste ejerza sus derechos a conseguir un empleo
y una educación digna. Respecto a la escuela y a la educación, todos observamos cómo cada vez es mayor
la respuesta violenta entre iguales a este tipo de conflictos interculturales. La convivencia entre culturas no
tiene que ser entendida como “choque” o enfrentamiento, sino más bien como una posibilidad de enriqueci
miento y de diálogo. Es cierto que nuestra sociedad no tiene la preparación sociopolítica suficiente para hacer
frente a dicha situación con éxito y por eso, pensamos que en la escuela es importante no eludir el conflicto,
sino educarnos en él desde la concienciación y sensibilización; de este modo, el diálogo intercultural debe ser
un referente para practicar la negociación y la mediación. Tenemos que ser educarnos en la confrontación,
pero siempre para dirigirnos hacia una transformación de la realidad, para construir un mundo justo y de
convivencia. Claro, todo ello implica que se trabaje en la escuela básicamente desde dos pilares: los valores
y las actitudes; de manera que el poder, la comunicación, la empatía, los modelos culturales y la autoridad se
integren desde éstos. No se trata pues de eliminar los conflictos, sino de entenderlos como una oportunidad
para transformar la realidad.
PROPUEST A PARA LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Para solucionar un conflicto podemos recurrir a técnicas pacíficas o no pacíficas; ambas suscitan nuestro interés
porque son dos vías diferentes de solución que implican consecuencias diferentes para el conflicto. Así,
entre los procedimientos pacíficos de la resolución de conflictos resulta de gran interés trabajar las pautas
de comunicación a través de la asertividad que va a permitir que la persona exprese sus deseos, opiniones y
sentimientos tanto positivos como negativos de modo adecuado. El dominio de la asertividad por las partes
implicadas en el conflicto reporta beneficios importantes sobre el propio individuo porque permite que éste
se autoconozca y se acepte como es, comprenda y maneje los sentimientos propios y los de los demás, porque
es capaz de aceptar las propias limitaciones, manifestando a la otra parte una visión auténtica de cómo es
realmente. El uso de la asertividad como técnica comunicacional mejora la capacidad de comunicación en
todos los niveles, de modo que las relaciones que se establecen son positivas y más satisfactorias porque la
comunicación es clara, fluida y sincera. Es interesante que ante un conflicto, del tipo que sea, el individuo
disponga de técnicas o estrategias para responder asertivamente. Y en este sentido, es importante que los
datos sean lo más objetivos posible para comprobar los hechos criticados, teniendo presente la información
que sea más útil.
Otra alternativa consiste en la detección y cambio de creencias irracionales, estrategia que implica manejar
los marcos interpretativos de información, de tal manera que se realice un análisis o estudio de la situación o
experiencia vivida, las creencias y los pensamientos que emergen sobre dicha situación, y las consecuencias
tanto emocionales como conductuales. También, y en esta misma línea, resultan útiles los autorregistros de
pensamientos porque permiten identificar y cambiar tanto pensamientos como creencias irracionales. Es de
igual interés trabajar en el individuo la aplicación de autoinstrucciones, que nos ayudan a pensar, sentir y
actuar como deseamos y resultan más eficaces si se formulan de modo positivo.
Una estrategia de común aplicación es el reencuadre, entendido como técnica que ayuda a las partes a tomar
perspectiva, es decir, a percibir una situación desde diferentes puntos vista, de manera que las partes son
capaces de “ponerse en lugar de”, elemento básico para fomentar los sentimientos de empatía que permitan
Análisis y resolución de conflictos desde una dimensión psicosocial
resolver el conflicto de un modo pacífico.
Y por último, no podemos obviar que la mediación se convierte en una técnica muy usual cuyos fundamentos
son el poder y la confianza. La mediación se produce cuando ambas partes deciden negociar y se toma
una decisión, o bien cuando interviene una tercera persona con capacidad de tomar una decisión. Sobre la
mediación es de interés el modelo de la satisfacción porque facilita acuerdos específicos entre las partes y el
modelo transformador al centrarse en la atención del mediador a las necesidades de los que disputan. Pero
para intervenir en un conflicto es básico conocer en qué fase se encuentra éste, y para saber qué aspectos hay
que analizar conviene tener presente la confianza de las partes.
Sin embargo, no toda persona está capacitada para ser mediador; éste debe poseer unas características para
realizar su función óptimamente; así, los objetivos del tercero deben ser el reconocimiento, pues el fin de
la mediación consiste en ayudar a tomar la mejor decisión, acción que implica ser capaz de comprender las
diferentes posturas. Un mediador nunca debe ser responsable de los resultados obtenidos por la mediación,
pues los mediadores son transformadores, pero no deben influir en el resultado de la decisión, sólo deben de
destacar las oportunidades; en este sentido, todas las decisiones sobre cómo reaccionar afectan a las partes;
tampoco debe emitir juicios sobre las opiniones y decisiones, porque el mediador tiene que mediar entre las
partes y nunca emitir juicios de valor, pues éstos deben ser controlados. La persona que es mediadora debe
mantener una visión optimista de la capacidad y motivación de las partes, es decir, creer que se es capaz de
actuar y de motivar para que las partes tomen decisiones, y que éstas pueden adoptar la mejor decisión. Si
esto no se cree, entonces se puede caer en la directividad, actitud totalmente negativa para la mediación y
contraria a la transformación. Además, todo mediador tiene también que permitir que las partes expresen
sus emociones o sentimientos y entrenarles para que tengan tal dominio que no sean expresadas de modo
violento.
También, para poder mediar óptimamente, las partes deben de disponer del tiempo necesario para que conozcan
minuciosa y objetivamente en qué consiste el conflicto, siendo sensibles a que éstas formulen aspectos
sobre hechos del pasado. Una vez se conoce el conflicto, el mediador debe centrarse en la discusión y en las
posibles alternativas. En definitiva, en la mediación la interacción es un elemento de la propia interacción del
conflicto, donde la intervención en el proceso del mediador forma parte de un proceso interactivo mayor. Por
eso, cuando se produce cualquier cambio, por pequeño que sea, es importante experimentar el éxito.
Independientemente de la técnica aplicada, se puede decir que, como afirma Fisas, es posible resolver los
conflictos mediante una vía pacífica porque:
“El conflicto no es una catástrofe inevitable, sino la consecuencia de una mala percepción, una mala comunicación,
de procesos inconscientes, resultado de una frustración, de la patología de los dirigentes o de
una mala técnica de negociación” (Fisas, 1987: 183).
Si el conflicto se intenta solucionar de modo no pacífico, nos encontramos con conductas violentas caracterizadas
por vivir dicho conflicto de forma inadecuada, y por lo tanto, no se respetan los derechos o sentimientos
de la otra parte, porque el individuo se impone y en la medida en que lo hace, no se considera responsable
de las consecuencias negativas de sus acciones porque desde su percepción quedan totalmente justificadas;
es más, la hostilidad le genera buen sentimiento.
Pero la conducta violenta como solución al conflicto lo que hace es provocar alteraciones emocionales y pérdida
de relaciones interpersonales. Evidentemente, este tipo de respuesta es consecuencia de un aprendizaje
por modelado, de normas culturales, de creencias irracionales, de premios y castigos recibidos. Ante una
conducta violenta se debe controlar la excitación emocional porque provoca un déficit cognitivo, eliminando
la posibilidad de realizar planes de acción racional. Cuando un individuo intenta resolver un conflicto de
mediante la violencia es porque posee mantiene un escaso autodominio de sus emociones, emergiendo con
cierta facilidad la irritabilidad, irascibilidad y reactividad emocional ante cualquier problema percibido.
CONCLUSIONES
Como hemos podido analizar, el estudio del conflicto es un tema controvertido y presente en el mundo en que
vivimos, pues todos hemos sido en algún momento protagonistas de un conflicto. A pesar de las diferentes
opiniones, es de destacar la dimensión positiva del conflicto porque sólo cuando surge es cuando aparece la
posibilidad de transformación y de cambio si se consigue realizar una buena toma de decisiones para resolverlo,
es decir, si se logran aplicar estrategias pacíficas.
Es cierto que, como afirma Russell en The New York Times (1950): “la humanidad puede sobrevivir en paz
o no, depende de lo que queramos las personas”. Y en este sentido, el conflicto se produce desde el componente
interpersonal, su origen es la competencia y la desconfianza; son las partes implicadas las que están
llamadas a resolverlo. Evidentemente, la solución por medios no pacíficos genera consecuencias violentas,
de desigualdad y de poder, mientras que la solución por medios pacíficos contribuye a la construcción de
una sociedad, capaz de transformar la realidad y de convivir en paz. Así, es importante que cada individuo
reflexione sobre sí mismo, sobre su modo de actuar y de aplicar estrategias o técnicas de resolución de conflictos
y por lo tanto, asuma la responsabilidad que le corresponde en la construcción de un mundo mejor y
más pacífico porque crear una conciencia social es un problema de todos.
ANGIE FEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.....JJJJJJAJAJJJJJAAAAJAZJAAAJAJAAJAAJAJJJA :)
MERLY ERES LSA MUERTEEE